24.11.2022

Firma invitada: «Disuasión integrada» vs. Zona de Paz Latinoamericana

Durante décadas, la «seguridad nacional» en América Latina justificó dictaduras militares y la represión a supuestos enemigos políticos internos no armados. En democracia, esta noción ha favorecido la autonomía corporativa de las fuerzas armadas. Eliminarla es un importante desafío en la región.

 

Por Augusto Varas

 

La disuasión integrada

 

Esta ambigua noción reapareció en la Estrategia de Seguridad Nacional 2022 de los EE.UU. bajo la fórmula de la «Disuasión Integrada»[1] y debutó en la XV Conferencia de Defensa Sudamericana (Ecuador, 14-15, septiembre, 2022). Allí, la jefa del Comando Sur de los EE. UU. estableció que «la disuasión integrada no está centrada en lo militar; sino que combina deliberadamente las vastas capacidades y especialidades que residen en agencias gubernamentales militares y no militares, de aliados y socios, del sector privado, instituciones académicas y organizaciones no gubernamentales». Y definió los dos problemas centrales de la conferencia: «El primero, la inseguridad ambiental provocada por actores no estatales y estatales destructivos como las organizaciones criminales transnacionales y las empresas estatales chinas, el mayor infractor de la pesca ilegal. El segundo, la seguridad del espacio, la cibernética y la información. Las organizaciones criminales transnacionales se están infiltrando en los sistemas informáticos y China y Rusia desestabilizan la región, potenciando el autoritarismo y socavando los principios democráticos». Concluyó afirmando que la «Conferencia de Defensa Sudamericana es la manifestación física de la disuasión integrada»[2].

Con esta «seguridad nacional 2.0», incorporada en la Declaración de Brasilia, de la XV Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (Brasilia, 25 al 29 de julio de 2022, punto 5), las partes acordaron coordinarse en áreas tan alejadas del uso de la fuerza militar como: «6. la preservación del medio ambiente; 8. el apoyo a las organizaciones civiles en asistencia humanitaria y respuesta a desastre; 15.  la prevención de la pesca ilegal, la caza furtiva de animales silvestres y la explotación mineral y forestal ilegal; 14. el crimen organizado transnacional, [Chile y Argentina presentaron su reserva]; y 23. flujos migratorios». [Chile, Perú y Argentina presentaron su reserva].

Esta distorsionada función profesional de los militares en el hemisferio debe ser superada con una visión contemporánea de paz regional, institucionalizada multilateralmente.

Una Zona de Paz Sudamericana

La configuración de una Zona de Paz Sudamericanase ve posibilitada por incentivos negativos como:

  • La creciente presencia militar extrarregional, como las bases estadounidenses, la provisión de armamento por parte de Rusia, Irán, Turquía y China, y la instalación, bajo control militar chino, de la base satelital en Neuquén, desarrollos que han incorporado de hecho a la región en las tensiones político-estratégicas internacionales.

  • Las salvaguardias argentinas y brasileras al Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina (Tratado de Tlatelolco), para realizar explosiones nucleares con fines pacíficos y, últimamente, las conversaciones de Brasil con el Organismo Internacional de Energía Atómica para utilizar combustible nuclear en un submarino, han reeditado el tema de la desnuclearización en la región.

En una dirección inversa, la región observa incentivos positivos en esta dirección:

  • Argentina y Brasil relanzaron la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (17 de agosto, 2022) para impulsar la cooperación y la defensa en la región. Y en la VI Reunión de Ministros de Defensa del Pacífico Sur (8 de octubre, 2021) Australia, Chile, Francia, Fiyi, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, y Tonga (Japón observador) acordaron contribuir a un Pacífico Sur más seguro[3]. El Tratado de Zona Libre de Armas Nucleares del Pacífico Sur (Tratado de Rarotonga) complementa lo anterior.

  • Existen variados acuerdos regionales de paz: transparencia en la adquisición de armas convencionales; el no uso y experimentación con armas nucleares, biológicas, químicas, y municiones de racimo; sobre lecho marítimo; la Antártica; el espacio exterior; la modificación ambiental; minas antipersonales; y medidas de confianza mutua[4].  Todos ellos permitirían avanzar hacia un régimen comprehensivo de zona de paz[5].

  • A la veintena de declaraciones regionales apoyando la construcción de una Zona de Paz Sudamericana recientemente se ha agregado la recomendación del Secretario General de las Naciones Unidas, en Nuestra Agenda Común (2021), de «intensificar el apoyo de las Naciones Unidas a [...] la labor conjunta de consolidación de la paz»; la propuesta programática del presidente Gabriel Boric de crear una Zona de Paz en América del Sur; y la consideración del presidente Alberto Fernández, en la última reunión de la CELAC, sobre América Latina como zona de paz.

Este horizonte de cooperación regional multilateral permitiría superar la antidemocrática «seguridad nacional 2.0» o disuasión integrada, proporcionando los criterios apropiados para eliminar la autonomía corporativa de las FF. AA. y fortalecer una modernización castrense que proyecte a las FF. AA. en los espacios estratégico-políticos contemporáneos, coadyuvando así al fortalecimiento de la defensa nacional.

Sobre el autor

Augusto Varas es Doctor en Sociología de la Washington University (St. Louis). Ha sido investigador y director del Área de Relaciones Internacionales y Militares en FLACSO-Chile, asesor del Ministerio Secretaría General de la Presidencia (1990-1992), representante de la Fundación Ford en la Región Andina y el Cono Sur y profesor en las universidades de Duke, California (San Diego), North Carolina (Chapel Hill), Wisconsin (Madison) e Instituto Universitario Ortega y Gasset (Madrid). Actualmente es co vicepresidente del Advisory Council del Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson International Center for Scholars, asesor del Norwegian Peacebuilding Resource Centre (NOREF) y presidente del Directorio de la Fundación Equitas (Chile).

 

[1] The White House, National Security Strategy, Washington D.C., October 2022, p.22.

[2] Palabras de apertura de SOUTHDEC 2022, General Laura Richardson, 14 de septiembre de 2022, Quito, Ecuador. https://ec.usembassy.gov/remarks-gen-laura-richardson-commander-of-u-s-southern-command-at-south-american-defense-conference-southdec/ Su afirmación sobre China y Rusia desestabilizando democracias en la región ha sido considerada insostenible ya que “Las causas de la polarización política y el declive democrático en Occidente son abrumadoramente nacionales y no pueden abordarse seriamente mediante una confrontación con Rusia y China.” Lieven, Anatol, “This is why there is no ‘China-Russia alliance’”. Responsible Statecraft, November 10, 2022.

[3] Tema considerado crucial desde hace ya varias décadas:. Cfr.: Varas, Augusto, 1987. “Percepciones estratégicas del Pacífico Sur”. Estudios Internacionales, 20 (80), pp.506–519.

[4] Lahera,  Eugenio y Ortúzar, Marcelo, “Gasto militar y el desarrollo en América Latina”. Revista de la CEPAL,  Número 65, agosto, 1998; y CEPAL, “Metodología estandarizada común para la medición de los Gastos de Defensa”. Noviembre 2001.

[5] Portales C., Carlos, “Seguridad compartida en América Latina: desafío del siglo XXI”. Trabajo presentado en el Seminario “Cooperación para la Paz: América del Sur en el siglo XXI”, Instituto Peruano de Relaciones Internacionales (IPRI) y Programa de Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales de América Latina (RIAL), Lima, 14 al 16 de septiembre de 1988, p.19.

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