05.06.2025

Cocaína: el hilo que conecta América Latina y el Caribe con Europa

Informes recientes de Naciones Unidas y EUROPOL alertan sobre nuevas estrategias, formas innovadoras y tecnologías avanzadas con las que cuenta el crimen internacional organizado. A partir de la ruta de la cocaína entre América Latina y Europa, el mundo a conquistar no parece tener límites. Esto obliga repensar y actuar contra el crimen organizado de forma anticipatoria.

Por Mabel González Bustelo

Los mercados globales de drogas, controlados por grupos del crimen organizado, llevan a cabo constantes adaptaciones para generar nuevos productos de consumo, nuevos mercados, nuevas rutas y medios de transporte, e incluso una constante renovación de los actores involucrados en el negocio. Dentro de este panorama complejo y fluctuante, la cocaína su producción, tráfico y consumo, desde las áreas de cultivo a los mercados, es la cadena que cementa las relaciones entre el crimen organizado de la región de América Latina y el Caribe, y el de Europa.

El informe anual de la ONU sobre crimen organizado y drogas de 2024 muestra una producción récord de más de 2.700 toneladas cocaína pura, en la región andina. Unos 23,5 millones de personas consumieron este producto en el mundo el año pasado, sobre todo en los mercados de EE UU, y Europa occidental y central.

El origen de los vínculos entre las redes criminales latinoamericanas y las europeas puede seguirse desde los años ochenta, cuando los grandes grupos colombianos vieron interceptadas sus rutas marítimas y aéreas a través del Caribe a EE. UU. Comenzaron entonces a depender más de grupos mexicanos, centrados hasta entonces en la marihuana. Del pago por servicios de transporte prestado, se pasó al del producto (hasta el 50% del cargamento). Como resultado, las redes mexicanas fortalecieron su control de la frontera norte, y los colombianos acabaron siendo sus proveedores.

Con el negocio hacia EE. UU. controlado desde México, grupos colombianos y otros volvieron su mirada a un mercado europeo de menor volumen, pero en crecimiento, con precios más altos y riesgos percibidos más bajos. En 2009, Europa proporcionaba la mitad de los beneficios totales de esos grupos y el mercado desde entonces no ha hecho más que aumentar, así como los actores involucrados.

Si el mercado de EE. UU. está controlado por los mexicanos, en Europa, quienes tengan los contactos adecuados, dinero y conocimiento del negocio puede entrar en un mercado mucho más abierto.

Además, después de la disrupción causada por la pandemia del COVID-19, el mercado global de la cocaína no ha cesado de expandirse, y se abren mercados en África, Asia, y Oceanía, donde recientemente se han realizado importantes operaciones de interdicción.

Expansión global

Toda la cocaína que entra en Europa abastece sus mercados, pero mucha no se queda ahí. Una moderna infraestructura de transporte conecta el continente con múltiples partes del globo, y la convierten en plataforma para distribuir drogas hacia los emergentes mercados asiáticos, desde los Balcanes hacia Rusia y China, Malasia o Australia, entre otros.

Todo esto se ha acompañado de una adaptación sin tregua en los modos, rutas, y medios utilizados. En el mar, se han enfocado en mover cocaína entre los millones de contenedores legales que alcanzan anualmente el mercado europeo, pero también usan barcos de navegación – desde donde se realizan transferencias en alta mar. Además, usan vuelos comerciales y vuelos chárter, y se han encontrado narcos submarinos cerca de las costas europeas.

Para evitar sacar el producto por los lugares más vigilados, han diversificado las rutas de salida hacia Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay, y Chile entre otros. En Europa, los destinos clave son grandes puertos como Amberes, Rotterdam y Hamburgo, con inmenso tráfico de mercancías y bien conectados mediante infraestructuras de transporte terrestre con todo el continente. Para diversificar los riesgos, también utilizan puertos secundarios con menor escrutinio.

La gran expansión actual de la producción, combinada con un consumo en aumento, ha generado un mercado que debe abastecerse de forma estable.  Grupos latinoamericanos y europeos cooperan estrechamente. Pero cada cambio en el negocio afecta al poder relativo de unos y otros. Las rutas que cruzan Brasil permitieron, por ejemplo, al Primeiro Comando da Capital (PCC, inicialmente un grupo  de presos) transformarse en un actor transnacional.

Las innovaciones

El informe de EUROPOL Serious and Organized Crime Threat Assessment de 2025 (SOCTA) (que se publica cada 4 años) considera  que este comercio seguirá siendo una amenaza en los próximos años por “el ágil y sofisticado uso de nuevos métodos de producción, tecnologías, estructuras de inversión en la economía legal y el creciente uso de herramientas online y la inteligencia artificial”.

Entre las principales tendencias, subrayan:  

  • Diversificación en las rutas y modus operandi de los grupos.
  • Puertos de salida y de llegada en constante cambio.
  • Para evitar la intercepción de grandes cargamentos, algunos grupos apuestan por operaciones más pequeñas y discretas y el cargamento se reparte en diferentes lugares de entrada, contenedores y otras embarcaciones.
  • Algunos siguen transportando el producto final (clorhidrato de cocaína), mientras otros prefieren movilizar la pasta base que luego se finaliza en laboratorios en la propia UE, especialmente occidental y del sur.

Las estructuras

Un aspecto clave es la configuración de los grupos que operan en este negocio. Hace años que los cárteles de Colombia dieron lugar a estructuras fragmentadas, invisibles, horizontales y que trabajan con un modelo de red (células y nodos).

Frente a la naturaleza jerárquica de los grupos del pasado (Medellín, Cali, y otros posteriores en México), los esfuerzos por evadir la presión policial y reforzar la seguridad de las operaciones han generado redes modulares, horizontales, interconectadas con múltiples nodos, y extremadamente discretas. Esas redes tienen múltiples nodos descentralizados, que saben poco de la configuración global de la misma, y cuyas detenciones no desequilibran el sistema (son fácilmente reemplazados). A veces, un individuo es el único punto de contacto entre células. Algunos brokers o negociadores son piezas clave.

Detener a algún jefe no significa el fin de la red. Por el contrario, puede incrementar la violencia al generar fragmentación de los grupos y competencia entre ellos.

Las redes comparten recursos, facilitan contactos, y coordinan sus actividades en diferentes puntos. Varias redes pueden crear el equivalente a “fondos de inversión” para financiar grandes operaciones, y usar grupos redundantes de transportistas especializados. A la vez, delegan en otros las operaciones complejas como el blanqueo de capitales, y el uso de la violencia. Tener a múltiples actores disponibles en cada paso de la cadena de suministro es clave para reducir daños.

Más dificultades para combatir el crimen

El informe de EUROPOL menciona el uso de sistemas encriptados muy avanzados para sus comunicaciones, al igual que la Inteligencia Artificial para planificar operaciones. Esto les hace aún más peligrosos y difíciles de combatir.  

Cuando se publicó en 2014 Narcotráfico y crimen organizado. ¿Hay alternativas?, ya se apreciaba la tendencia a la descentralización y nos preguntábamos por la eficacia de distintos enfoques en la lucha contra las drogas. Frente a un modelo de negocio impulsado por ganancias astronómicas donde cada frontera atravesada añade más beneficios, verificamos una asombrosa capacidad de adaptación, y la transformación de jerarquías a redes.  Ninguno de los enfoques predominantes entonces en la lucha contra las drogas podía mostrar éxitos rotundos.

Ahora, “en este submundo democrático, descentralizado y multinacional, redes criminales involucradas en tráfico de cocaína se multiplican en ambos continentes, tanto América Latina como Europa”, según Europol.

La desarticulación de esas redes no es sencilla, sus fronteras son fluidas, y si sus lideres son detenidos, pueden seguir mandando desde prisión o son rápidamente sustituidos. Algunas de ellas, señala SOCTA, han estado activas más de 10 años pese a los esfuerzos de las agencias de aplicación de la ley.

El informe de UNODC 2024, por su parte, reclama un cambio en las prioridades de las agencias de seguridad, para restar esfuerzos en los eslabones más débiles y atacar los lugares donde se mueve el gran dinero. A la vez, recomienda alternativas económicas para los que dependen del comercio de drogas, sean agricultores o jóvenes sin oportunidades, apuntando a las causas de la pobreza, desempleo e inseguridad.

Pero frente a esto, surgen tendencias duras. La ONG Insight Crime denuncia que la Administración Trump, con la práctica desaparición de USAID y la reestructuración del Departamento de Estado, dejará sin fondos a programas antinarcóticos importantes en México y Colombia, incluso los relacionadas con el proceso de paz de 2016 en este país, y la lucha contra el blanqueo de capitales.

Por su parte, el informe SOCTA alerta sobre que cualquier final de la guerra Rusia-Ucrania supondrá serios riesgos, desde la dispersión de las masivas cantidades de armas disponibles en ese contexto, hasta las dificultades económicas que afrontarán los desmovilizados y que podrían llevarlos al crimen organizado y otras redes. No es la primera vez que ocurre en zonas de conflicto, pero podría tener un impacto en el panorama criminal europeo y global.

Acerca de la autora

Mabel González Bustelo es analista senior en paz y seguridad. Miembro de la Red Iberoamericana de mujeres mediadoras. Miembro de la Junta Directiva de IECAH. Ha sido investigadora senior del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos (NOREF). Es consultora de gobiernos e instituciones internacionales sobre cuestiones de mediación y diálogo político.

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