No será fácil construir la voluntad política para adaptar el gasto militar global a la realidad del creciente alcance de las amenazas vitales no tradicionales. El ataque armado de Rusia contra Ucrania ha jugado a favor del razonamiento que defiende el gasto militar.
(Este texto es un resumen del informeThe Human Security Case for Rebalancing Military Expenditure, SIPRI, Estocolmo, 2022. Publicado con autorización)
Cientos de millones de personas se enfrentan a riesgos "vitales” no tradicionales y a amenazas contra su seguridad: sus vidas, sus medios de subsistencia y su dignidad. La aceleración del cambio climático y la creciente pérdida de biodiversidad están acrecentando estos riesgos y amenazas vitales, y añadiendo una urgencia sin precedentes a la necesidad de invertir en la seguridad de las personas.
Si bien la comunidad internacional se ha comprometido, en principio, a mejorar la situación de las personas más afectadas, existe una gran brecha de financiación para abordar los riesgos de seguridad no tradicionales. La crisis de la COVID-19 ha agudizado considerablemente los riesgos, empeorando tanto la situación de millones de personas como la de los presupuestos gubernamentales.
Mientras tanto, el gasto militar ha alcanzado niveles récord, superando los niveles alcanzados durante la Guerra Fría. El contraste de estas dos realidades hace más urgentes los llamamientos para reducir el gasto militar y reasignar ese dinero a la promoción de la seguridad humana. El fracaso de las iniciativas pasadas de reducción del gasto militar indica que la yuxtaposición de las necesidades de financiación no militar con el gasto militar no es suficiente para motivar a los gobiernos a actuar. Una de las principales razones por las que no se ha avanzado es el miedo —justificado o no— de los gobiernos a que la reducción del gasto militar reduzca su seguridad.
Se precisa una manera de entender la seguridad que abarque más que la seguridad de los estados y el orden estatal, un entendimiento más enfocado en la seguridad humana definida como la seguridad de las personas y las comunidades, incluyendo amenazas contra la vida, los medios de subsistencia y la dignidad, como lo son la pobreza extrema, el hambre persistente, los conflictos armados, la violencia política y criminal, además de futuras consecuencias fatales debidas al cambio climático y otros cambios en el medio ambiente.
El concepto de seguridad humana ha sido aceptado como guía de actuación por los gobiernos del mundo en Naciones Unidas. Sin embargo, existen grandes lagunas en la financiación disponible para hacer frente a las amenazas vitales para la seguridad humana. Este documento sostiene que tomar en serio la seguridad humana implica reevaluar el gasto militar, teniendo en cuenta las necesidades de seguridad humana, ya que todos los riesgos vitales y amenazas son amenazas a la seguridad, independientemente de su causa. Ahora bien, esta reevaluación (y cualquier reasignación de fondos de la seguridad militar a la seguridad humana) no tiene por qué conducir a una reducción de la seguridad en general.
No será fácil generar la voluntad política para adaptar el gasto militar global a la realidad del creciente alcance de las amenazas vitales no tradicionales. El ataque armado de Rusia contra Ucrania, que comenzó en febrero de 2022, ha jugado a favor del razonamiento que defiende el gasto militar.
Para facilitar el avance hacia el reequilibrio del gasto militar y el gasto en seguridad humana, podría ser útil poner en marcha un proceso gradual. Entre los campos de actividad prioritarios para liberar recursos mediante la reducción del gasto militar se encuentran (a) las negociaciones y los acuerdos de control de armas y desarme; (b) la reforma del sector de la seguridad para la prevención de conflictos, y (c) la responsabilidad financiera en el gasto militar y la adquisición de armas.
Se pueden tomar pasos en estos campos sin perjudicar la seguridad de los Estados y el orden estatal. Si tienen éxito, deberían conducir a un debate sobre otras formas de vincular la reducción de los gastos militares con la mejora de la condición humana en un Antropoceno cada vez más peligroso.
Las amenazas y los riesgos para la seguridad humana no pueden afrontarse únicamente reasignando fondos del gasto militar. No obstante, el ahorro derivado de la reducción del gasto militar podría suponer una importante contribución a la creciente necesidad de hacer frente a desafíos como la pobreza extrema y el cambio climático. Ya se han realizado propuestas para acordar reducciones conjuntas de del gasto militar.
Nuestra propuesta es vincular directamente el objetivo de reducir el gasto militar con evaluaciones de seguridad más amplias. El estándar de seguridad que se propone es el de la seguridad humana, por dos razones: la primera es la interconexión entre la seguridad militar y la seguridad humana. En el pasado, las iniciativas para reducir el gasto militar fracasaron a causa de la preocupación sobre una reducción de la seguridad estatal tradicional. Si bien esta preocupación debe tomarse en serio, está basada en un entendimiento tradicional de la seguridad que se enfoca exclusivamente en la protección del territorio y el orden estatal. Esta concepción resulta demasiado limitada en una época de crecientes riesgos y amenazas a las personas y sus ambientes. El estándar de la seguridad humana implica una reconsideración del gasto militar en vistas de las exigencias de los riesgos y amenazas no militares.
En segundo lugar, al adoptar las resoluciones de Naciones Unidas sobre seguridad humana y amenazas no militares a la vida y a los medios de vida, la comunidad internacional ha aceptado en principio la seguridad humana como objetivo. La obligación de mejorar esta seguridad recae esencialmente sobre los estados individuales, pero la comunidad internacional ha acordado compromisos conjuntos para apoyar a los estados en sus esfuerzos por promover las necesidades de esta perspectiva de seguridad. Sin embargo, no ha cumplido con estos compromisos en el pasado. Lo peor es que a medida que aumenta la necesidad de enfrentar los riesgos y las amenazas vitales, también lo hace la probabilidad de futuros incumplimientos aún más graves. Esto debe considerarse durante las tomas de decisiones sobre gasto militar en todos los países.
Nuestro trabajo no incluye a propósito sugerencias detalladas sobre el destino de los recursos ahorrados mediante la reducción del gasto militar, puesto que las carencias en seguridad humana son amplias y extensas. Por lo tanto, las mejores opciones para mejorar la seguridad humana dependen de las circunstancias.
Además, los datos disponibles sobre los que fundamentar propuestas concretas son escasos. Existe una carencia de datos sobre seguridad humana y estos son difíciles de desarrollar, pero debido al importante papel que desempeñan en el diseño de políticas y actividades para mejorar la seguridad humana, es necesario realizar esfuerzos para mejorar los datos y, de esta manera, contribuir al reequilibrio de los presupuestos dentro del espacio único de seguridad. Es decir, deben mejorarse los datos sobre seguridad humana.
También se requieren mejoras en los datos oficiales sobre gasto militar. El instrumento de informe de gastos militares de la ONU necesita ser actualizado. Otros instrumentos, por ejemplo, para la verificación de los datos nacionales, también serán importantes para fomentar la confianza en las reducciones del gasto militar negociadas internacionalmente.
Se proponen tres campos prioritarios para avanzar hacia reducciones del gasto militar y reasignaciones de medios financieros a las necesidades de seguridad humana: (a) las negociaciones y los acuerdos de control de armas y desarme; (b) la reforma del sector de la seguridad para la prevención de conflictos; (c) la responsabilidad financiera en el gasto militar y la adquisición de armas. Por otra parte, podrían volverse más atractivos, al menos para ciertas fuerzas políticas, gracias a sus vínculos con mejoras en la seguridad humana.
La Nueva Agenda por la Paz, propuesta por el secretario general de la ONU en su informe de 2021, Nuestra Agenda Común, sería un buen foro para mantener conversaciones iniciales sobre la vinculación de medidas de limitación de armas y prevención de conflictos con reducciones en el gasto militar. Así mismo, los esfuerzos por promover los ODS 16 sobre conflicto y gobernanza, en especial los objetivos 16.1 (reducir todas las formas de violencia) y 16.5 (reducir la corrupción y el soborno) podrían vincularse con la reducción del gasto militar. Finalmente, las reducciones del gasto militar deberían establecerse como un objetivo explícito de las iniciativas de reforma del sector de la seguridad.
El objetivo de los campos de actividad prioritarios que se proponen en nuestro trabajo para comenzar a reequilibrar el gasto militar no es la exclusividad, sino la promoción de más debate. Es improbable que en un corto período de tiempo contribuyan de manera considerable a enfrentar la creciente necesidad de proporcionar seguridad humana en todo el mundo. Pero continuar por el camino actual de más incrementos y niveles récord de gasto militar no es una opción. Las propuestas tienen como objetivo romper con los patrones, idealmente promoviendo conversaciones sobre oportunidades de extensas reducciones del gasto militar en el futuro.
El Dr. Michael Brzoska (Alemania) es Senior Fellow Asociado de SIPRI. Trabajó en los proyectos Military Expenditure, Arms Trade and Production (Gasto Militar, Comercio de Armas y Producción) de SIPRI entre 1983 y 1986 y ha escrito varios capítulos para los SIPRI Yearbooks (Anuarios de SIPRI) desde entonces. Hasta el año 2016 fue director del Institute for Peace Research and Security Policy (Instituto para la Investigación de la Paz y Política de Seguridad) en la Universidad de Hamburgo, donde sigue ejerciendo como Senior Research Fellow.
Wuyi Omitoogun (Nigeria) es Senior Fellow Asociado de SIPRI. Trabajó con el proyecto Military Expenditure and Arms Production (Gasto Militar y Producción de Armas) de SIPRI entre 1996 y 2006. Fue coeditor del libro Budgeting for the Military Sector in Africa: The Processes and Mechanisms of Control (Oxford University Press, 2006). Desde 2006 ha trabajado con la Comisión de la Unión Africana, actualmente como Asesor Político Senior de la Oficina de Enlace la Unión Africana en Sudán.
La Dra. Elizabeth Sköns (Suecia) es Senior Fellow Asociada de SIPRI. Hasta mediados de 2012, fue directora del Military Expenditure and Arms Production Programme (Programa de Gasto Militar y Producción de Armas) de SIPRI y ha publicado extensamente sobre estos temas. Entre 2009 y 2012, dirigió un proyecto sobre seguridad y gobernanza en África. Hasta 2016 fue jefa del Mali Civil Society and Peacebuilding Project (Proyecto de Sociedad Civil y Construcción de Paz de Malí) de SIPRI.
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