Segundo foro de Ciudades sostenibles para el posconflicto. El caso de Bogotá D.C.

Las ciudades colombianas son heterogéneas en prácticamente todas sus dimensiones, malformadas en muchos casos por políticas equivocadas o por el simple ejercicio indiscriminado de intereses de toda índole. En casi todas ellas hay múltiples brotes de inteligencia ahogados en marejadas de insensatez. El conflicto armado en todas sus formas las ha afectado directa e indirectamente.

Lo que a ellas traiga el posconflicto solo se añadirá a situaciones de inequidad y exclusión de acumuladas desde hace décadas en escenarios políticos y económicos marcados por la corrupción. Pero el posconflicto puede ser también un llamado de atención a estas y otras situaciones y, de ser manejado con inteligencia, puede convertirse en la puerta de ingreso a un futuro mejor.

Es un lugar común el reconocer que Colombia es uno de los países con mayor desigualdad social en el mundo, lo que implica de hecho que sus ciudades son inequitativas y excluyentes en la medida en que la estructura política, social y económica del país lo consagra y lo auspicia. Colombia, como otros países de América latina, es gobernado por sectores más conservadores que progresistas, más centrados en sus propios intereses que en los de una nación posible.

Esto se reconoce, se registra en incontables estudios acumulados en archivos y bibliotecas y se acepta como el único modelo social legítimo. No se proponen modelos alternativos convincentes y viables.